La Señora Elida Nieto es una señora que se dedica a
la fabricación y venta de los dulces para el sustento de su familia. Ella
fabrica todos los dulces que le mandan hacer. Es una mujer muy trabajadora se
dedica a su hogar y a su microempresa de dulces. Ella nos cuenta que todas las
tardes después de que el sol haya bajado un poquito comienza hacer sus dulces
para después salir a comercializarlos.
Los dulces, dice mi mamá, son un manjar de los
dioses, ese sabor tan sabroso, que te provoca comer más y más; en mi casa cada
vez que se corta la leche, se prepara el dulce con canela, esencia de vainilla,
azúcar y dice mi mami, mucho amor. Es una pelea quien se queda con el caldero,
para comernos la pega, mi mamá dice que el que coja el caldero tiene que
lavarlo, pero no importa, porque los dulces son muy deliciosos.
En este municipio se prepara mucho el dulce de coco,
ya que en la mayoría de las casas hay un árbol de este y acá se le dice pasta
de coco. La señora Minga, que es del corregimiento de Casacará-Codazzi, por la
violencia se vino a vivir aquí; todas las mañanas sale a vender sus cocadas, y
a $1000 cada una, ya que según ella la panela, los cocos, la leche, y todo está
por las nubes, por lo tanto ella tiene que cobrar su trabajo.
A mi particularmente me gusta mucho el dulce de
arroz, que se prepara durante la semana santa, dice mi mamá que aquí las
grandes fincas regalaban la leche, y era
una romería de gente en bicicleta, a pie, en motos y en carros por las
madrugadas de los jueves y viernes santos, a pedir la leche para preparar los
dulces. Es una tradición acá que los dulces se preparan durante los días
santos. En mi casa mi madre lo hace cada vez que puede y tiene como comprar el
resto de ingredientes, ya que mi abuelo tiene una pequeña parcela y nos regala
la leche.
En este bello paraíso llamado Becerril, dice Tomás
Darío Gutiérrez Hinojosa, nuestro historiador, ¨Becerril era un gran hato
ganadero durante la época de la colonia, había un asentamiento español, hasta
tenemos un homónimo en España, Becerril de la Sierra. Aquí teníamos tanto ganado,
que había cimarrones deambulando por todo el municipio y en esa época hacíamos
parte de la provincia de Valledupar¨.
La violencia que azotó a Becerril, disminuyó el número
de reses, ya que el boleteo, o el robo por los grupos al margen de la ley, (guerrilla,
ladrones y paramilitares) dañaron el
negocio, y hoy el precio de los animales o la leche no es el mejor, por eso
ahora en el municipio todos le apuntan a
la siembra de palma africana; en el colegio los profesores dicen que la palma,
no alimenta, y que el pañis que no produce su propio alimento viene a ser
subyugado por el más fuerte y que así seguiremos siendo una colonia
norteamericana.
La verdad es que la sierra nos ofrece todos los pisos térmicos, podemos tener muchos
productos alimenticios, sembrar en nuestros patios más frutos para seguir
haciendo comidas tan ricas, sanas, y sobre todo los dulces. A mí me gusta mucho
el de arroz y voy a entrevistar a varias señoras de la zona, para que me
enseñen. Este taller del Centro de Memoria, además, de aprender a llevar mi
diario de campo, hacer una historia de vida, una entrevista, también me va a
servir para aprender a preparar los dulces típicos de mi tierra, sobre todo el
de arroz, que para mí es el más exquisito.
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